José Manuel Aizpurúa tuvo una corta vida (1902-1936) con un final trágico, pero nos dejó un edificio moderno y singular junto al Ayuntamiento de San Sebastián que seguramente ya conoceréis por Historia.
Pero tan interesante como esta significativa obra o más, es
para nosotros estudiar su forma de trabajar, su forma de diseñar, es decir,
abrir su “cuaderno de ideas” y ver el impacto que el neoplasticismo holandés
(Rietveld, Mondrian, Oud, la revista De Stilj, etc) tenía en el arranque de sus
proyectos.
Es con las ideas con las que luego se le va a dar coherencia
y personalidad a un proyecto, y esas
ideas están en el corazón, en el pensamiento, y se expresan en
dibujillos sencillos.
Lo otro, diseñar interiores poniendo y quitando cosas y
colores con el sketch up es como jugar a casas de muñecas. Rellenaremos las
plantas y las paredes pero a los proyectos les faltará siempre un alma, una
vida interior.
¿Qué es lo que nos interesa de estos dibujillos? No
ciertamente su carácter “artístico” sino esa proximidad a nuestro trabajo de
diseñadores.
Vemos en ese cuaderno que Aizpurúa se había empapado de
neoplasticismo y modernidad, que ya sentía el estilo de los nuevos tiempos y
que en cada uno de sus proyectos esa idea o ese estilo lo iba haciendo
personal.
Aizpurúa puede servirnos por tanto como ejemplo de que ser
decorador es tener una idea decorativa y no andar poniendo una cosita aquí y
otra allá como si jugáramos a casitas de muñecas. Ser decorador es dar
personalidad a un lugar, a una casa, una tienda, un pequeño negocio, pero no
“disfrazarlo” de traje regional o de pub irlandés.
Sí, ya sé que no es fácil encontrar la personalidad propia
en el primer ejercicio complejo de decoración que hacemos en nuestra vida pero
sí creo que es necesario saber desde el principio, que ese es el objetivo de
todo decorador/creador que quiera ser bueno, auténtico y fiel a su tiempo.