lunes, 2 de abril de 2012

36. LOS DISEÑOS NUNCA SE ACABAN



El día de la entrega no es más que un trámite -una meta volante, como dicen en ciclismo. La gracia de los diseños es que son como nosotros, siempre en evolución. Que no son nunca perfectos, que no se acaban hasta que se mueren y se entierran.

Uno de los primeros defectos que se aprecia en los alumnos que empiezan a estudiar diseño es su prisa por “acabarlos”. Y ese defecto hay que corregirlo cuanto antes. En el primer trabajo serio. Los alumnos primerizos suele confundir el “trabajo de diseño” con el “dibujo de lo diseñado”, cuando son dos cosas completamente distintas. Diseñar es la creación y perfección de algo, y dibujar lo diseñado es como hacer una foto de lo diseñado hasta ese momento.

Por eso, la “foto”, el “dibujo a presentar” al profesor o al cliente, hay que hacerlo el día anterior a la fecha de la entrega, y no quince días antes. Porque si lo tienes hecho quince días antes quiere decir que vas a estar quince días sin diseñar. Y si te han dado treinta días y solo has estado diseñando quince, malo. Mal. Hay que diseñar los treinta. O veintinueve, y el treinta, hacer la foto.

El motivo por el cual los alumnos primerizos confunden lo uno con lo otro es que la creación y perfeccionamiento de lo que se está diseñando se hace también… mediante el dibujo. De ahí la importancia de distinguir entre los “dibujos de trabajo” o pruebas, de los “dibujos de presentación” o fotos. Si no hiciéramos dibujos de ensayo no podríamos corregir, y la corrección de defectos es tan esencial en el proceso de diseño como el propio surgimiento de las formas. O dicho de otro modo, la goma de borrar es tan importante como el lápiz.

Diseñar es dibujar una y mil veces. O mejor dicho, mil y una. La última, la de la presentación oficial. Y pensad aún, que ese dibujo final tampoco será el último, porque en nuestro oficio, el proyecto es una cosa y la obra otra, y en dirección de obra aún podremos cambiar y mejorar nuestro diseño.