jueves, 17 de enero de 2013

76. ESTO... ¿SE PUEDE HACER? ¿CON QUÉ...?



Los profesores de diseño de interiores (y seguramente también los de producto) deberíamos encender una luz roja de alarma cada vez que un alumno nos hiciera esta pregunta. Ponemos un ejercicio de diseño, por ejemplo, decorar un pilar. Los alumnos imaginan formas y luego vienen con el dibujo al profesor preguntando: ¿esto, se podría hacer? ¿con qué lo podría hacer?

Ultimamente echamos pestes de los ordenadores que dibujan formas complejas y extravagantes que nadie sabe de qué se harán y cómo se construirán, pero el primer enemigo, el origen de este problema de mala educación en diseño es tan elemental como un lápiz. En cuanto empezamos a dibujar una forma sin pensar en los materiales y en sus procesos de elaboración y transformación o puesta en obra, estamos yendo por mal camino.

En sus propuestas más radicales de metodología del diseño, Christopher Alexander propone proyectar la arquitectura sin recurrir a dibujos, y en parte no le falta razón. No deberíamos dejar que los alumnos proyectasen desde el dibujo hasta que tuvieran interiorizadas las características de los materiales de construcción y decoración, y sus posibilidades formales. Porque de lo contrario (es decir, tal y como venimos haciendo las cosas) vamos a tener que estar encendiendo la luz roja de alarma continuamente.

lunes, 14 de enero de 2013

75. LOS LIBROS



Poco antes de navidad vimos en Cultuira del Diseño de 3º de Diseño de Interiores FARENHEIT 451. La primera palabra que nos vendría a la mente después de enunciar "cultura", seguramente sería "libros". Y para pensar sobre el papel de los libros en nuestra cultura, ya entrados en el siglo XXI, nada mejor, pensé, que recordar esta película. O verla por vez primera, porque ninguno de los alumnos de clase la conocía.

Al decir FARENHEIT 451 una alumna preguntó si se trataba de algo que había hecho un documentalista norteamericano anti-Bush. No conocía yo esa obra pero a poco que investigué en la red descubrí que RAY BRADBURY, el autor de la novela sobre la que Truffaut hizo la película, se había molestado mucho con la apropiación indebida del título por parte del documentalista y había llegado a denunciarle.


 Al programar el estudio de FARENHEIT 451 a finales del 2012 quise dar así un pequeño homenaje al autor de la novela porque según una noticia que en su momento me pasó desapercibida, había fallecido justamente en este año. Bradbury escribió su novela en 1953, cuando apenas se había puesto en marcha el mundo de la televisión.Truffaut rodó su película en 1966 y en la presentación, sin palabras escritas, apunta directamente la cámara hacia las antenas de televisión que ya cubrían todos los tejados de las casas.


La capacidad profética de Bradbury causa verdaderamente asombro. Sesenta años después podemos certificar que la "cultura" de la televisión barrió a la cultura de los libros. Poco antes de proponer el estudio de esta obra, pregunté a los alumnos qué libro estaban leyendo y..., bueno..., ya os podéis imaginar las respuestas. Y todo ello después de una educación secundaria en la que seguro que más de una decena de profesores no cesó de insitirles en lo importante que eran los libros, en la necesidad de leer libros. Si me apuran un poco les diré que... la mayoría de los alumnos en torno a los veinte años solo habían leído los libros que... les habían mandado sus profesores en clase (!).


No parece aventurado decir que con el cambio de siglo se ha producido un nuevo cambio de "cultura" y que buena parte de los jóvenes ha empezado a cambiar la televisión por el ordenador/internet. El acceso a la información se ha facilitado increíblemente, la lectura y la escritura parecen haber renacido un poco, pero los hábitos ante la pantalla poco o nada tienen que ver con la lectura de libros.

En poco más de cincuenta años hemos pasado de la cultura de los libros a la  cultura de la televisión y de ésta a la de la informatica, y aunque ninguna ha matado del todo a la anterior, el panorama de ficción que dibujaba Bradbury en Farenheit 451 parece bien distinto.

La película tiene un ritmo suave en que la emoción por la consciencia del mundo que nos toca vivir va poco a poco incrementándose hasta ese final sorprendente en que cada ser humano acaba por ser un libro. Pero en lo relativo a la "ambientación", que es el asunto que nos ocupa, no deja de ser curioso el constraste estilistico entre el panorama de bloques de hormigón tipo Unités de Le Corbusier donde se produce la primera quema de libros.


y el interior de la casa del protagonista, bastante menos futurista (véase el mobiliario)


 ...aunque con una televisión plana de gran tamaño que ha llegado a nuestras casas cincuenta años después de que la imaginara Truffaut.

Como es sintomático que la casa de la protagonista (especial belleza la de Julie Christie) tenga una imagen tan romática y premoderna:


No estoy muy seguro de que la lectura de libros tenga que ver con la cultura de nuestro tiempo, pero acorde con la publicidad de los anuncios, me atreví a proponer a los alumnos que leyeran un libro estas navidades para vivir una "nueva experiencia". Una experiencia de ralentización del tiempo (de "no inmediatez" como sugería en algún post anterior), y también, una experiencia de imaginación de ambientes relacionados con la historia que pudieran leer. Porque lo que sí que es cierto es que mientras leemos solo palabra impresa, los ambientes los construimos en nuestra imaginación.

¿Qué han leído mis alumnos estas navidades y qué ambientes han imaginado para esos libros? Bueno, eso es ya otra historia. La historia del curso, la historia del aula y del día a día. La historia que empieza después de cada pequeña lección.