Confío en que a la vista de la planta de este templo sepáis decir sin ningún género de duda cuál es el sancta sanctorum del mismo, es decir, el lugar al que únicamente entra el faraón, el rey-dios: la habitación más recóndita y sagrada de todo el recinto.
¿Cabe también pensar que el dueño de la casa es su faraón y
que querrá tener un lugar especial, un lugar recóndito y sagrado para sí?
Ya hemos hablado en alguna clase que lo más parecido al
altar de una casa es la cama de matrimonio y hasta hacíamos alguna risa
recordando cómo nuestros abuelos ponían como decoración sobre el cabecero de la
cama un crucifijo como si aquello fuera un altar. Sea cuales fueren las creencias de cada cual, lo
cierto es que la cama tiene connotaciones de último refugio y no pocas veces se
ha pensado como una casita dentro de la casa, como en esta imagen de una cama
de matrimonio en China.
O recordad las camas con dosel, tan frecuentes en los
palacios de occidente.
Sin embargo, cada vez más, las casas son también lugar de
trabajo intelectual, de estudio, lectura y reflexión. Recordemos que el sancta
sanctorum del rey Felipe II era el retrete, es decir una habitación de retiro
sólo para él, el sueño de toda persona que quiera que nadie le moleste en casa
cuando está estudiando, leyendo o pensando. Las antiguas Bibliotecas eran
utilizadas muchas veces más como lugar de relación o despacho de la casa, por
lo que se ubicaban más bien cerca de la puerta que no en el lugar más
recóndito. Pero las voluminosas estanterías de los libros han dado paso ya a
los ordenadores, que no precisan más que de una mesa y una silla pero…
estratégicamente colocadas.
¿Altar para el amor y el descanso, o mesa del sacrificio
intelectual, del estudio? Supongo que si hacemos una encuesta ganará la primera
y que algunos dirán que ninguna de las dos, que prefieren el antiguo fuego bajo
o que el verdadero altar de la casa moderna ante el que se reúne toda la
familia como si fuera una misa, es la televisión. No hay un solo modelo, pero
sí un tema a pensar. Un tema por el que preguntarse.