Al entrar a una casa o al salir de ella, no sólo cruzamos
una línea sino que damos sentido a un espacio, a un lugar de transición, a un
pórtico o “portada” de la casa.
En los pisos mínimos y funcionales de nuestros días ese espacio
simbólico ha ido perdiendo importancia y casi nos olvidamos de él, de modo que
ya va siendo hora de prestarle atención y recuperarlo. Fijaros que hasta ya
hemos olvidado como se llama en nuestra lengua y que tenemos que usar la
palabra inglesa para designarlo: “hall”
De momento, y al nivel de este primer ejercicio, le
dedicaremos especial atención solo “espacialmente”. Más adelante, el hall se
cargará de simbolismo y será como la “portada” de nuestros trabajos: el anuncio
de lo que viene dentro.
Hall de la casa Winslow, Chicago. Frank Lloyd Wright, 1893.