La palabra retrete tiene un origen curioso. Según tengo
entendido era la habitación más “retirada” y oculta del rey Felipe II en El
Escoria,l y de ahí el nombre. Era como un gabinete al que se retiraba a pensar,
a estar solo. Una especie de cabaña dentro del palacio. En algún momento, no se
sabe cuando, ese gabinete debió de cambiar de función (o unir la del retiro
personal con la de las funciones de evacuación) y ahora solo se le conoce por
la segunda.
En España es tradición meter en la misma habitación todas
las funciones sanitarias, lavarse, bañarse, o hacer las necesidades, pero en
Francia, sin ir más lejos, el inodoro está casi siempre aislado de lo demás, en
un pequeño cuartito para él solo. Está bien, porque no se mezclan las limpiezas
de uno con los malos olores.
Antiguamente los lavabos estaban en los mismos dormitorios y
eran muebles semejantes a los tocadores. En algunas de las primeras casas de la
modernidad todavía hay quien pone los lavabos en los dormitorios. Incluso en La Villa Saboya, Le Corbusier pone
un lavabo en el hall del piso de abajo, como para limpiarse las manos al entrar
a la casa.
Últimamente las bañeras han dado paso a los jacuzzis, y las
duchas se diseñan independientemente de las bañeras. La consideración del baño
como actividad placentera encaja mal con el tipo de habitaciones sin luz
natural en las que, por costumbre, seguimos metiendo bañeras y jacuzzis.
El bidé es un aparato en retroceso y yo no acabo de entender
la razón. De acuerdo, fue un invento francés ligado a la limpieza de los
“bajos” de las prostitutas, pero parece lógico que en el siglo de la higiene corporal sea igualmente
importante limpiarse todo el mundo los “bajos” cada vez que se usan (y huelga
decir que se usan mucho más para las necesidades corporales que para el sexo).
Los nórdicos asocian una especie de ducha al inodoro pero no parece ser una
solución muy cómoda. Suele salpicar.
Todas las novedades en la nueva disposición de los elementos
de aseo personal, retrete, baño, relajación, etc. serán bienvenidas.. Hay mucha
pereza en pensar las cosas de otro modo.
Y puestos a recordar lo del origen del retrete de verdad,
también podríamos volver a pensar en esa pieza de “retiro” si queremos que
nuestra casa sea… ¡como un palacio!