Puesto que el trabajo del decorador es intervenir en un espacio interior dado, lo primero que debe aprender es a VER LOS ESPACIOS. Y para ello nada mejor que leer el libro que Bruno Zevi escribió en 1948: SABER VER LA ARQUITECTURA. Porque independientemente de que estemos o no de acuerdo con muchas cosas del libro de Zevi, lo cierto es que hay que agradecerle esa mirada sobre la arquitectura y ese eslogan más o menos propagandístico de que "el espacio es su protagonista".
Viene a cuento esta entrada porque para entender la aportación arquitectónica más importante después de Roma (cap anterior) es inevitable referirse a la forma con que Zevi ve los nuevos espacios cristianos como "espacios dinámicos" (pag 62 a 69 de la edición de Apóstrofe, Barcelona 1998).
A modo de breve resumen (de pequeña lección) traigo aquí unas pocas de sus imágenes, aunque mi consejo siempre será que os leáis el libro entero. Los cristianos, dice Zevi, tomaron el espacio longitudinal pero estático de la basílica romana, y con solo quitarle una exedra y colocar en la otra el altar, lo tranformaron en un espacio direccional, en un espacio dinámico:
Estamos tan acostumbrados a verlos, forman parte tan íntima de nuestra cultura que no damos importancia al momento de su invención. Pero aún nos vamos a sorprender más con la interpretación que hace Zevi de los primeros templos cristianos de planta centralizada, porque la noción del espacio circular o esférico como espacio divino que marcó el Panteón Romano no podia abandonarse tan fácilmente.
Propone Zevi que los templos cristianos centralizados ofrecen también unos espacios dinámicos o expansivos desde el eje central hacia la envolvente o viceversa, lo que en planta podrían verse en estas comparativa:
Pero la sublimación de esa idea dinámica se produce en la arquitectura de San Vital de Ravena o Santa Sofía de Constantinopla cuando el espacio parece que se dilata, que se hincha: