El aprendizaje de un oficio es una etapa intermedia entre la enseñanza general y el trabajo, y así hay que decírselo a los alumnos el primer día.
Cierto que hay profesores, digamos que "profesionales de la enseñanza", que pasaron directamente de ser alumnos a ser profesores y que nunca trabajaron en el oficio para el que están enseñando, por lo que lógicamente suelen dar sus clases más pensando en la materia que imparten que en el oficio que enseñan. Pero hay otros que vinimos a dar clase después de trabajar en este oficio y que tenemos una visión real del mismo, por lo que sabemos mejor que nadie cuáles son los conocimientos esenciales que se necesita para ejercerlo y cuáles son superfluos.
Antiguamente, es decir, antes de la institucionalización de la enseñanza, los oficios no se aprendían en las escuelas sino en el mismo puesto de trabajo. Y en el caso de oficios menores, aún sigue sucediendo así. Nadie va a una escuela a aprender a barrer, y en el caso de los cocineros, por ejemplo, hasta hace cuatro días todavía aprendían el oficio entre los fogones y no en una escuela de hostelería.
El proceso de llevar los oficios a las escuelas empieza en la Ilustración y ya no se detiene. La mayor parte de los diseñadores en activo de este país aún vienen de otras especialidades, han aprendido diseño con gentes que trabajan más o menos en ello, o son autodidactas. Como quien dice, el aprendizaje del diseño acaba de llegar a las Escuelas, o por decirlo solemnemente, a la Universidad. Y como es fácil de imaginar, lo empiezan a dar gentes que no trabajan como diseñadores ni nunca lo han hecho.
Para que esa "etapa intermedia" sea real y efectiva, para que la enseñanza de un oficio sea auténtica y no una mera acumulación de saberes y destrezas descoordinadas, debemos hacer que las aulas de proyectos y toda la actividad y actitudes que se den en ellas se parezcan lo más posible a lugares de trabajo y no a "clases".
Cierto que hay profesores, digamos que "profesionales de la enseñanza", que pasaron directamente de ser alumnos a ser profesores y que nunca trabajaron en el oficio para el que están enseñando, por lo que lógicamente suelen dar sus clases más pensando en la materia que imparten que en el oficio que enseñan. Pero hay otros que vinimos a dar clase después de trabajar en este oficio y que tenemos una visión real del mismo, por lo que sabemos mejor que nadie cuáles son los conocimientos esenciales que se necesita para ejercerlo y cuáles son superfluos.
Antiguamente, es decir, antes de la institucionalización de la enseñanza, los oficios no se aprendían en las escuelas sino en el mismo puesto de trabajo. Y en el caso de oficios menores, aún sigue sucediendo así. Nadie va a una escuela a aprender a barrer, y en el caso de los cocineros, por ejemplo, hasta hace cuatro días todavía aprendían el oficio entre los fogones y no en una escuela de hostelería.
El proceso de llevar los oficios a las escuelas empieza en la Ilustración y ya no se detiene. La mayor parte de los diseñadores en activo de este país aún vienen de otras especialidades, han aprendido diseño con gentes que trabajan más o menos en ello, o son autodidactas. Como quien dice, el aprendizaje del diseño acaba de llegar a las Escuelas, o por decirlo solemnemente, a la Universidad. Y como es fácil de imaginar, lo empiezan a dar gentes que no trabajan como diseñadores ni nunca lo han hecho.
Para que esa "etapa intermedia" sea real y efectiva, para que la enseñanza de un oficio sea auténtica y no una mera acumulación de saberes y destrezas descoordinadas, debemos hacer que las aulas de proyectos y toda la actividad y actitudes que se den en ellas se parezcan lo más posible a lugares de trabajo y no a "clases".