Esa figura renacentista emergente que llamamos "artista" y que hemos visto absorbida por el poder de la Iglesia Católica para renovar su templo central en Roma, o que hemos visto creando un nuevo "humanismo" al servicio de un círculo filosófico en el Veneto (Palladio), tendrá a lo largo de los dos siglos siguientes otros polos a los que servir, otros centros de imantación o mecenazgo donde crecer: las grandes monarquías europeas. Toda la pintura, la escultura, la arquitectura o la jardinería pasan por el tamiz de esos grandes centros de poder que nacen primero en España, después en Francia, y a continuación, Inglaterra.
El Escorial en el siglo XVI, Versalles en el siglo XVII, Buckingham a comienzos del siglo XVIII, y todas las monarquías menores a imitación de éstas, serán los vórtices sobre los que, en paralelo con la iglesia y por encima de las pequeñas inicitivas aristocráticas, se mueva y evolucione toda la creatividad humana.Todos los artistas. Todo el arte.