Con cierta frecuencia los profesores de diseño nos llevamos las manos a la cabeza al descubrir que nuestros alumnos de veinte años desconocen cosas (discos, películas, lugares, personajes, modas) que para nosotros son elementales y que para ellos deberían ser referencias fundamentales de su oficio. ¿Puede alguien en el siglo XXI diseñar un local de conciertos sin saber lo que fue el Cotton Club?
Pero para enseñarles lo que fue el Cotton Club o cualquier otro local público del siglo XX los profesores no tenemos libros, y ni siquiera apuntes de clase. Es preciso echar mano del cine. De ese modo, y a caballo entre la asignatura de Proyectos y la de "Cultura del Diseño" que hemos estrenado en la Escuela de Logroño durante este curso 2012-2013 con los alumnos de Tercero de Diseño de Interiores, hemos visionado la película que Francis Ford Coppola rodó en 1984 sobre el Cotton Club. Y que, como no podía ser de otro modo, la hemos visto, o he intentado que los alumnos la vieran, con ojos de diseñador y no meramente de "telespectador".
Logicamente también hemos apoyado nuestro estudio con algunas fotos o reconstrucciones virtuales. Y así, nos ha llamado la atención la potencia del rótulo y la pobreza de la entrada, expresada perfectamente en la película con esa angosta escalera que lleva al piso superior y de la que incluso se quejan algunos protagonistas. Es, o era muy frecuente (seguramente las normativas de incendios habrán acabado con ese tipo de accesos) que los garitos y locales de jazz tuvieran una acceso no acorde con su importancia. Tuve la misma sensación de extrañeza cuando visité el famoso Village Vanguard. Cuando paró el taxista delante de su puerta de entrada pensé que se había equivocado. Aquella puerta vulgar no podía ser la entrada de un club tan mítico. Pero lo era. Y nuestra sorpresa se convierte en escándalo si vemos la entrada de la Caveau de la Huchette, el famoso local de charleston de París (no me entretengo en poner fotos para no liarnos).
La película no es muy buena. Un tanto amanerada y tópica, diría yo, pero nos permite contemplar en primer plano un montón de detalles art decó, como los tocados de la protagonista o los tapices del club competidor al Cotton que aparece hacia el final. Por la película pasan también personajes que son grandes mitos del siglo XX, como Duke Ellington o Cab Calloway, o la mismísima Gloria Swanson a la que saluda brevemente el protagonista masculino de la película (ese otro mito masculino de la última parte del siglo XX que es Richard Gere).
La recreación de Cab Callowey está bastante bien conseguida, pero gracias a internet podemos ampliar la información con un cartel verdadero de los tiempos en que actuó allí.
Y es que el Diseño Gráfico es también, para el Diseñador de Interiores, una parte importantísima de su labor integradora, de su labor decorativa.
Cine, música, carteles, moda..., todas esas cosas que creemos que han de saber nuestros alumnos y que nunca han estado en los programas educativos. Esas cosas que nosotros hemos mamado a lo largo de los años, pero no estudiado, creo que son las que tienen cabida o dan sentido a una asignatura como Cultura del Diseño, en apoyo, siempre, de la Cultura del Proyecto.