La dinámica de la enseñanza consiste en poner problemas a los alumnos para que éstos los resuelvan. Por lo general, los problemas vienen dados y apenas se cuestionan. La vida profesional, sin embargo, es muy diferente. Cada vez que llega un encargo a tu despacho te lo tienes que pensar mucho porque un encargo no es sólo un contrato temporal de trabajo. Acaso lo sea para el que te lo propone. Pero para el que lo recibe, para el diseñador, para los creadores, es mucho más. Es toda una aventura personal en la que uno se va a implicar por completo. Y por lo tanto debe aprender a pensar en ello, debe aprender a decir que no, a aceptarlos cuando ve buenas expectativas, o a rechazarlos cuando no le convencen.
El momento del encargo nos vuelve a traer a la mente la metáfora de las relaciones personales, especialmente consideradas desde el punto de vista biológico. Son las mujeres y no los hombres, las que como futuras gestadoras de los embriones, bien sea por instinto o por costumbre, aprenden a decir que NO. O las que mejor aprenden a valorar en un corto espacio de tiempo las posibilidades de ese macho, de ese futuro padre, de esa relación que en el sustrato biológico encierra un encargo: el de la perpetuación de la especie a través de su creación.
En el aprendizaje de esa capacidad de selección y decisión, parece oportuno probar con el "autoencargo". O lo que es lo mismo, con la fantasía del príncipe azul, con el encargo de nuestros sueños. Ese trabajo en el que nos gustaría implicarnos hasta las cejas, ese proyecto en el que nos vamos a dejar la piel.
Cabe preguntarse si el exagerado prestigio de los pintores frente a otro tipo de creadores viene de ahí. Desde que la pintura dejó de ser un asunto de mecenazgo o encargo, los pintores son el prototipo de creador hermafrodita, de modo que en muchas ocasiones su mérito radica más en el tipo de propuestas que se hace a sí mismo que en la forma de realizarlas. O en el acierto por realizarse un tipo de propuestas perfectamente apropiado a sus condiciones (un pintor que ande mal con el dibujo no se va poner a hacer realismo).
Así pues, en este tercer curso de diseño de interiores, en este curso abierto y experimental en el que nos hemos propuesto cortar un poco con nuestra formación tradicional y mirar hacia delante (hacia la gran aventura del Proyecto Final) el primer proyecto se ha planteado como un autoencargo: diseña en el lugar de Logroño que tú quieras, el bar de tus sueños, el bar al que te gustaría ir, el bar que te gustaría regentar. El bar que quizás tengas que... hacer para vivir, ...si no pudieras vivir del diseño (!).