Desamparados y faltos de una teoría general de la decoración y conscientes del tajo que la modernidad produjo en todo lo relacionado con el arte de habitar las casas, una de las mejores maneras de curarnos esa herida es volver la mirada sobre finales del siglo XIX. Pero como los manuales franceses de decoración son bastante cargantes, uno de los recursos que yo he venido utilizando ha sido mirar pintura doméstica.
En un viaje a Suecia que organicé en 1996 para el Colegio de Arquitectos de La Rioja tuve la suerte de dar con un libro de acuarelas de un pintor local llamado Carl Larsson, a quien, obviamente, la Historia del Arte no le había prestado mayor atención. A mí, sin embargo, el ambiente de sus interiores me produjo un interés inmediato y me lo traje para mi biblioteca particular, le hice fotos muchas fotos, y se las he mostrado no pocas veces a mis alumnos ilustrando algunos de los patrones más conocidos de Alexander, sus paletas de color, pequeños detalles de estantes, carpinterías, modulación de paredes, etc.
En la Biblioteca de nuestra Escuela está el mismo ejemplar que yo me traje de Suecia (¡gran biblioteca la nuestra!) pero si no podéis acceder al libro, ahora con la wikipedia e internet cualquiera puede recrearse y aprender de una decoración que no por sus localismos suecos nos podría ser ajena (las cuatro imágenes que pongo aquí de ejemplo están tomadas de internet).
Si queréis aprender decoración de interiores, escudriñad en sus acuarelas y tenedlas siempre a mano. Es un mundo irrecuperable, incluso podría decirse que naif o como dicen ahora, twee, pero si penetramos en la esencia de las relaciones entre los espacios, los huecos, los objetos y los colores, seguro que os podrán aportar más sabiduría en el modo de decorar las casas que todo un siglo de nihilismo moderno.