Si la modernidad fue un castigo para la riqueza decorativa de las ventanas, otro tanto podemos decir de las puertas y de todos sus elementos: las hojas, los herrajes, los marcos, las jambas, los tiradores, los picaportes y los llamadores, por no hablar de todo tipo de ornamentos y tallas posibles en ellas.
La puerta, como elemento arquitectónico, como concepto
decorativo, puede llegar a verse desde dos perspectivas antagónicas: en primer
lugar como un trozo de pared que se mueve para permitir el paso a las
habitaciones -el caso más ejemplar de ese tipo de puertas sería el de las
puertas secretas de los palacios barrocos, o el de las puertas correderas de
las paredes de las casas japonesas; y en segundo lugar, como el primer mueble
de la habitación: habida cuenta de la tradicional construcción de las puertas
en madera y del parentesco con las puertas de los armarios (empotrados o no) la
elección de las puertas de una casa va a condicionar notablemente la armonía de
cada habitación.
Así pues, no dejéis la elección de las puertas y de sus
elementos para lo último. No digo que os toméis la decoración de las puertas
con la intensidad, por ejemplo, de estas puertas art decó…
…, pero sí que le dediquéis el tiempo de pensamiento que se
merecen dentro de las sensaciones que vais buscando en la decoración de cada
espacio de la casa o del bar.